miércoles, 24 de noviembre de 2010

¿Reconocimiento, castigo o mi satisfacción?


La motivación en la formación docente es un tema muy importe a debatir hoy. Y se ha demostrado en el gobierno a través de las reformas propuestas que consideran la educación como “la madre de todas las batallas” y que apuntan a mejorar la calidad de ésta para beneficio de los niños. El gobierno y el Ministro de Educación Joaquín Lavín ha planteado actuar en tres ámbitos claves, como son el mejorar la calidad y los resultados de la educación en aspectos básicos para la formación de los estudiantes en áreas como lenguaje y matemáticas, repotenciar y reposicionar el rol de la educación pública de excelencia, otorgar becas a la vocación del profesor que permitan estudiar la carrera de pedagogía gratis, entregando incentivos que ayuden a la formación de profesores de calidad, donde se pretende motivar a los mejores estudiantes o con mejores resultados en la PSU a ingresar a la carrera. Inmediatamente analizo y me pregunto si es una motivación válida para mejorar el sistema de educación el otorgar becas de gratuidad y según mi apreciación es más importante motivar a los estudiantes que entran a la carrera por vocación, a quienes realmente están interesados en hacer un cambio, los que creen que se puede hacer mucho más en la educación de los niños de preescolar hasta estudiantes de enseñanza media para prepararlos de la mejor forma posible para enfrentar la vida que aquellos que ingresan a ella por beneficio económico.

De acuerdo a esto y siendo aún un poco más analítica en el tema, me cabe la duda de qué será más importante, si la motivación extrínseca (creada por factores externos como recompensas o castigos) para quienes estudian pedagogía tal vez como una carrera gratis o desde quienes les enseñan a ellos, reformas, la valoración desde la sociedad, elogios por su trabajo o desempeño en el aula, o muy por el contrario la motivación intrínseca (asociada con las actividades que son reforzadoras en sí mismas) como entregar lo mejor de sí, buscar nuevos y mejores métodos o estrategias para los niños, lograr las metas que se proponen, la autosuperación o sensación de éxito en sus prácticas como docentes, la motivación del estudiante por aprender y tomar conciencia de lograr la meta que se propuso.

De hecho, es muy probable que la motivación extrínseca como lo plantea la actual reforma de estudiar gratis pueda ser útil para estimular a los jóvenes a ingresar a la carrera de pedagogía, pero dudo mucho que a través de este incentivo los nuevos aprendices sientan la vocación necesaria para ejercer tan importante labor con los estudiantes del mañana.

Es fundamental encontrar el equilibrio entre ambas motivaciones tanto externas como propias para formar docentes capaces de lograr lo que tanto necesita nuestra educación, entregar una educación de calidad a todos los niños y niñas, sintiendo un respaldo y una valoración a esta profesión que tanto amerita, y que lamentablemente mucha gente considera fácil, y que no son capaces de visualizar la responsabilidad que esta implica.

Ensayo escrito por Ignacia Rojas

Estudiante de 2º año de Pedagogía en Ed. Parvularia

Universidad del Pacífico

¿Estamos motivando realmente a los jóvenes a acercarse a las carreras de educación?








Si bien, el Ministro de Educación, Joaquín Lavín,
anunció que quienes obtengan sobre 600 puntos en la Prueba de Selección Universitaria podrán estudiar la carrera de Pedagogía gratis. Cabe preguntarse si esta iniciativa es suficiente para motivar a los jóvenes a estudiar educación.
Si analizamos la situación, luego de 12 años de escolaridad- y en algunos casos más- cada uno de los jóvenes que concluye su educación secundaria abandona la escuela con una experiencia educativa propia y muchas veces colectiva, donde se repiten ciertas características sobre el tipo de prácticas docentes, el clima de aula, los recursos materiales, y la gestión educativa, que muchas veces son deficientes y estigmatizan la carrera de los docentes desvalorizando su labor.
Debemos pensar que estamos hablando de jóvenes que ya poseen la capacidad de trascender del contenido concreto de las cosas hacia el campo de lo abstracto, pudiendo deducir, inferir y formular hipótesis sobre el mundo que los rodea. Son jóvenes que logran darse cuenta de ciertas inconsecuencias, falta de organización e inconsistencia en las prácticas pedagógicas, que muchas veces van mermando el respeto por los profesores al notar la cantidad de falencias que, como seres humanos y producto de su formación, poseen y reflejan. Por esto, es importante, en primer lugar, mejorar el desempeño dentro del aula y su interacción con toda la comunidad escolar, para volver a dignificar la profesión y revalorizar el aporte que realizan hacia la sociedad, si se quiere atraer a los jóvenes a la carrera de pedagogía.
Por otra parte, hay que cuestionarse que motivará a aquellos estudiantes que a pesar de las falencias observadas en nuestro sistema educativo, desean estudiar Pedagogía. Muchos de ellos tienen claro que ser profesor es una de las profesiones en las que más bajas laborales se producen debido a problemas de salud como estrés y depresión, por mala remuneración o insatisfacción personal, y a pesar de esto igual lo desean. ¿Conclusión? Posiblemente sea una profunda inconformidad con la calidad de los servicios que se prestan hoy en día o la satisfacción personal de que con su ayuda otros puedan aprender y desarrollar habilidades, destrezas y capacidades que les permitan enfrentar cualquier desafío en la vida, lo que los motiva a estudiar para la docencia. Aún, incluso, cuando muchas veces estas motivaciones no dependan en un 100% del educador y requieran la colaboración de otros actores educativos, ya sean gestores o estudiantes, para llevarlas a cabo con éxito. Por esto es importante desarrollar en los estudiantes de pedagogía una identidad profesional -desde la formación inicial- en base a sus competencias, que los haga verse a sí mismos como guías motivadores, constructores de conocimiento educativo y creadores innovadores dentro del aula, por sentir que han adquiridos las herramientas necesarias y adecuadas para lograr aprendizajes efectivos y significativos en sus futuros alumnos. Estos sentimientos los motivarán a seguir en el campo de la educación, perfeccionándose día a día y evitará que sean consumidos por un sistema que impone la tradicionalidad en sus metodologías y prácticas.
“Vivir motivado o desmotivado es también sinónimo de vivir con ilusión o sin ella, los proyectos de futuro, los retos y desafíos solo los pueden alcanzar personas con capacidad de motivación e iniciativa personal” (Espada, 2003, p.3)
Ensayo escrito por Paulina Silva
Estudiante de 2º año de Pedagogía en Educación Gral. Básica
Universidad del Pacífico

martes, 23 de noviembre de 2010

Modelos innovadores en la Formación Inicial Docente



ESTUDIO DE CASOS DE MODELOS INNOVADORES EN LA FORMACIÓN DOCENTE EN AMÉRICA LATINA Y EUROPA (2006)

PRESENTACIÓN

La formación inicial de los docentes sigue siendo uno de los factores críticos al momento de analizar la relación entre calidad de la educación y desempeño profesional de los maestros.
La mayoría de las reformas educativas de los países latinoamericanos han optado por focalizar sus esfuerzos en la “capacitación” de maestros, en ocasiones fuera de un contexto de políticas, estrategias y programas de formación permanente. Los recursos invertidos no han mostrado coherencia con la mejora de los resultados de aprendizaje de los estudiantes y ni con cambios en la gestión de las escuelas.
La formación inicial es considerada uno de los campos más difíciles de transformar bajo argumentos como la dificultad de concertar con organismos autónomos como las universidades, la existencia de grupos consolidados de “formadores” resistentes a las innovaciones, los altos costos políticos y económicos que demanda un cambio a fondo del sistema de formación inicial.
Adicionalmente subyace la contradicción entre los tiempos técnicos que demandan un esfuerzo en esta dirección y los tiempos políticos que además de cortos necesitan mostrar productos visibles.
El presente estudio realizado por la Oficina Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y el Caribe, OREALC, con el apoyo de la Cooperación Internacional del Ministerio de Educación y Ciencia y la participación de destacados investigadores de América Latina y Europa, aporta la certeza de que los cambios sí son posibles en la formación inicial de los docentes y que es una apuesta por la que hay que optar si queremos formar las nuevas generaciones de docentes que asumirán la educación de niñas, niños y jóvenes que viven la era de la información y el conocimiento.

Ana Luiza Machado
Directora Regional
OREALC/UNESCO Santiago


Para descargar esta investigación completa, visita:
http://www.oei.es/docentes/publicaciones/docentes/modelos_innovadores_formacion_inicial_docente.pdf

Tu historia se escribe en esta aventura


La enseñanza en una tarea profesional en la cual te puedes aburrir o por lo contrario, te puedes encantar día a día.
No creo que existan sujetos con la motivación o vocación de enseñar, que se cuestionen si verdaderamente vale la pena dedicar toda una vida a planificar clases, revisar pruebas, lidiar con las calificaciones o al hecho de interactuar con niños o adolescentes. Es tarea del propio profesor cambiar esta visión y estos cuestionamientos, de querer hacer bien su trabajo y entregar lo mejor de sí para obtener logros positivos y significativos. Nadie nos enseña a ser profesores, lo aprendemos en el camino a través del ensayo y error, lo cual nos entregará una identificación y una identidad de qué tipo de profesores o guías queremos ser para nuestros estudiantes, para ello existen 2 factores imprescindibles a la hora de trabajar y querer dedicarse a esta labor, la motivación y la vocación. Esta última la entendemos como la disposición “natural” al realizar ciertas actividades, en cambio la motivación la entendemos como los estímulos que recibimos y que nos mueven a realizar diferentes acciones y persistir en ellas hasta su término.
La motivación para ser docentes son motivos racionales y emocionales, los cuales nos moverán hacia una perspectiva positiva de la educación en la cual se reflejará lo bien que se está realizando la tarea docente y por lo tanto a que los estudiantes reciban los conocimientos necesarios y puedan encantarse día a día con los contenidos, a través de la exploración, indagación y aplicación de éstos. Resultados que a la larga enorgullecerán a los profesores en cuanto a los resultados que se lograron, y que puedan ser expresados en distintos escenarios y contextos.
Para Brunner la motivación recibe tres formas: “La curiosidad (aspecto novedoso de la situación). La competencia (que motiva al sujeto a controlar el ambiente y a desarrollar las habilidades personales y de reciprocidad). La necesidad de adoptar estándares de conducta acordes con la demanda de la situación”, formas que se entrelazan en tanto a la motivación inicial para ser un docente y como estrategia para trabajar en aula con los estudiantes. No nos quedemos con la idea de que la labor pedagógica radica o descansa en sólo entregar conocimientos, sino también a ser partícipes en la construcción de ellos.
Quiero ser un profesor no sólo porque me gustan los niños, quiero que mi labor se proyecte a futuro y den sus frutos para que sirvan a nuestra familia, nuestra sociedad y nuestro país. Construyamos y formemos a sujetos desde la motivación que nos despierta y nos mueve para encontrar satisfacción en que la labor que hemos realizado sea buena y positiva, y lograr decir ¡Tarea cumplida!

Ensayo escrito por Francisca del Real
Estudiante de 2º año Pedagogía en Educación Gral. Básica

Universidad del Pacífico